Para impulsar la educación en valores es importante que como padres de familia estén disponibles física y mentalmente para su hija, dejando a un lado su cansancio y preocupaciones, y que sepan mirar el interior de ella para que sean capaces de sonreír y disfrutar de estar en familia.
Los siguientes consejos guían esa enseñanza y para llevarlos a cabo satisfactoriamente es necesario contar con una base de amor, comprensión y conocimiento: un hogar donde haya alegría, respeto y comunicación.
Su hija es como una pequeña semilla llena de promesas. Con la fórmula integrada por cariño y exigencia, como padres deben educarla en virtudes desde el primer instante de su vida, pues esperar a la hora de la razón es llegar definitivamente tarde.
Como padres deben tener cuidado de no verse atrapados en la inmediatez del vivir diario sin haber reflexionado en torno a la persona que quieren formar: ¿Qué futuro esperan para su hija? ¿Cómo mirará su hija el mundo al que se enfrente el día de mañana? ¿Qué valores regirán sus decisiones?
Son preguntas que ustedes como padres deben tener siempre presentes y así educarlas pensando en quién se convertirá su hija el día de mañana.
Educar a otra persona es educarse a sí mismo, así que exigir valores a su hija es autoexigencia. Para que la educación en valores sea efectiva es importante que la vida de los padres se rija por ellos. No basta con compartirles las virtudes que deben tener en mente en todo momento, deben enseñárselas a través de su actuar cotidiano. La unidad de criterio entre padre y madre es lo que da seguridad a las hijas.
Justicia es dar a cada ser humano lo que le corresponde; en el caso de los hijos y las hijas hay que otorgarles diferentes tiempos, reglas y tratos según sus necesidades específicas, su carácter, su edad y su ubicación dentro de la familia.
Promover la conciencia moral permitirá que su hija capte y viva los valores en cada aspecto de su vida. Ésta iluminará su inteligencia, le dará a conocer qué es el bien y la dirigirá hacia él en todo momento y lugar.
Tomen en consideración que el padre y la madre son las primeras personas encargadas de dirigir la educación de una hija. Es decir, son la brújula ante la cual se orientarán sus valores y sus aprendizajes.
En el mundo actual se aceptan como legítimas todas las posturas: no hay una verdad objetiva sino muchas verdades singulares, así que deben enseñar a su hija a querer y respetar a las personas, a buscar lo que une y no lo que separa, siempre teniendo claro que el mal no puede permitirse bajo el concepto de tolerancia.
Deben tomar en cuenta que el gran amor que tienen por su hija está íntimamente ligado a los límites que establecen en su actuar. Al establecer reglas precisas que le otorguen una adecuada relación entre libertad y responsabilidad, le brindarán el cariño que necesita.
Esto puede ser especialmente difícil durante la adolescencia, es ahí cuando su paciencia se pondrá a prueba, pero no pueden perder de vista las cualidades de su hija. La desconfianza puede hacer que pierda toda la seguridad en ella misma, así que procuren hacer de su hogar un refugio para ella.
Es importante enseñarle que el ser humano vale por lo que es y no por lo que tiene. Deben ser optimistas y mostrarle a su hija que muchos pequeños esfuerzos pueden convertirse en cosas enormes, enseñarle que hay muchas cosas por hacer y que si se esmera podrá conseguir cualquier cosa que se proponga.
Como padres ustedes son las primeras personas encargadas de educar a su hija para que construya su propia vida, siempre teniendo en cuenta que dicha enseñanza debe estar guiada por el respeto, la alegría y la comunicación.