“Hace poco era un niño adorable y ahora no sé qué le pasa”... ¿Estaré haciendo algo mal?, ¿qué puedo hacer para controlarlo sin someterlo? Esto comentan algunos padres como tú, con hijos entre 18 meses y 6 años.
Incluso cuando se dice que se encuentran en “los terribles dos”, la duda e inseguridad apremia porque nadie nos enseñó a ser papás.
Pero no te preocupes, en Kínders del Real te damos algunas sugerencias.
En realidad, no existe como tal una etapa de rebeldía. Más bien, lo que consideramos como tal es parte de la expresión y evolución en la relación natural entre padres e hijos, que se define como un ejercicio, parte del desarrollo de la autonomía.
Normalmente, esta etapa empieza a los 18 meses y se mantiene –aunque de forma cada vez más sutil– casi hasta los 6 años. Durante este periodo, el niño se va convirtiendo en una personita con deseos y exigencias propias.
El niño comprende ahora que tiene voluntad propia y ya no está dispuesto a aceptar ceder en todas las decisiones que lo involucran. Pone a prueba su capacidad de imponerse, desarrolla ideas, fija objetivos y los lleva a la práctica.
Naturalmente, se topa en repetidas ocasiones con sus limitaciones y reacciona con la frustración correspondiente: el berrinche.
Es una etapa de encontrarse a sí mismo, una etapa de exploración. Para ellos, la rebeldía o los berrinches no constituyen el centro de su activación, sino la exploración del “propio yo” en un mundo nuevo y desconocido. Y obviamente se revelan ante las restricciones que le ponen los padres al procurar su integridad.
La permisividad parece un método bueno para los niños rebeldes. El niño no tiene ningún motivo para oponerse a la autoridad y, en consecuencia, no deberían existir berrinches.
Sin embargo, se ha demostrado que los pequeños educados con métodos anti-autoritarios no desarrollan menos agresividad, sino lo contrario, ya que no perciben la libertad como tal sino como falta de dedicación.
Si al niño no se le inculcan normas fijas que sirvan de orientación, las buscará por otros medios y se enfrentará a sus padres mediante berrinches.
Los niños no sobrepasan los límites para romperlos, sino para conocerlos. Así logran seguridad y la sensación de saber a qué atenerse. La falta de límites dificulta el desarrollo de la autonomía y la independencia.
Si quieres orientación o profundizar más sobre este tema, no dudes en ponerte en contacto con tu coach o preceptor en nuestros kínders en San Luis Potosí.