Cada vez es más común escuchar términos relacionados con la educación de nuestros hijos, que entre palabra y palabra nos invitan a investigar y conocer un poco más. A veces con gusto, a veces con pesar.
Términos como “generación x”, “TICs”, “bullying”, entre otros, de los que vale la pena escuchar, investigar, documentarse, educarse y ocuparse. El día de hoy, en el blog de Kínders del Real, nos adentramos en el tema de la tolerancia a la frustración, término que nos apetece y al mismo tiempo no, relacionar con los sentimientos de nuestros hijos.
En un primer momento, te invitamos a imaginar. Cierra los ojos e imagina: ¿qué cualidades tendrá tu hijo(a) en 15 años? Ahora pregúntate: ¿qué defectos tendrá tu hijo(a) en esos mismos 15 años?
Es tal vez muy sencillo enlistar las cualidades, que fruto de nuestra imaginación, quisiéramos ver en nuestros hijos al cabo de unos años. Por el contrario, aunque por inercia enlistemos unas cuantas, es innegable que todos los padres de familia desearíamos que nuestros hijos no tuvieran o tuvieran los menores defectos posibles pasados los años.
Pregúntate: ¿qué estoy haciendo el día de hoy para cultivar en mis hijos(as) cualidades y evitar que se engendren en ellos indeseables defectos? En eso radica la clave del fomento de la tolerancia a la frustración.
En todo caso para comprenderlo mejor y a partir del ejercicio anterior, podemos concretar algunas cualidades que, en general, los padres desean que sus hijos cultiven: que sean fuertes y resilientes, capaces de salir adelante por sí mismos, con un sentido de vida, con un concepto claro del amor para que sean capaces de amarse a sí mismos y a los demás.
Además de saber expresar sus emociones acertadamente y por último, que sean capaces de adaptarse a su entorno laboral y familiar.
En contraste, no quisiéramos ver en ellos debilidad, dependencia, confusión, condicionamiento del amor, angustia, tristeza, duda o falta de habilidades para adaptarse a sus entornos más próximos.
Todo lo enunciado con anterioridad, es resultado del haber desarrollado o no, desde edades tempranas, esa tolerancia ante la frustración. La tolerancia es una actitud que se trabaja y desarrolla.
Se puede comenzar a practicar desde edades tempranas y a largo plazo permite a los seres humanos enfrentarse con éxito a la vida o bien, enfrentarse de manera optimista a las adversidades.
Aunado a esto, viene la frustración, una vivencia emocional transitoria que se genera cuando un deseo, proyecto, anhelo, ilusión o expectativa no se cumple o no se satisface y provoca reacciones emocionales o sentimientos tales como el enfado, la tristeza, la angustia, la ansiedad o a largo plazo, la depresión.
Es así que el “tolerante a la frustración” es aquel que, ante la adversidad o estrés, cuyo origen o resultado, muchas veces va a depender de factores fuera del control de la persona, hace uso de sus habilidades para poder manejar la situación y afrontarla de la manera más adaptativa posible, a veces incluso si favorecerse de su resultado.
Dicho esto, todos estamos convencidos de querer fomentar en nuestros hijos de manera inmediata este tipo de cualidades, pero ¿cómo hacerlo?
Primero y muy importante es comprender como padres de familia que la frustración es un estado de malestar transitorio normal. El cual tendrá que ser vivido por nuestros hijos para poder ser superado después.
Si bien es a veces más difícil para el padre de familia, habrá que dejar a los hijos sentir para superar.
Además de esto, podrían servirnos algunos tips prácticos para evitar la sobreprotección y fomentar la tolerancia ante la frustración, de manera aterrizada a la edad y etapa de desarrollo de nuestros pequeños y siempre en pro de ellos.
Nuestra experiencia en el grado de kínder en San Luis Potosí nos ha demostrado que es conveniente:
Finalmente, no queda más que mencionarte que las ventajas de llevar esto a la práctica son enormes, como también son las desventajas de no hacerlo. La tiranía en edades tempranas está a la orden del día y siempre es más complicado remediar que prevenir.