El matrimonio puede lograr lo increíble cuando existe unión verdadera, voluntad, común acuerdo y conocimiento de los objetivos en cuanto a la formación de los hijos. Lo primero que tu hijo requiere para ser educado es que sus padres se amen y estén unidos.
Este amor conyugal se manifiesta en los hijos, especialmente en la educación en valores. Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos. Es una autentica misión:
Al tomar las decisiones familiares de común acuerdo con tu pareja, debes esforzarte por escuchar razones atentamente, intentar comprender y valorar ese otro punto de vista y así llegar a una decisión conjunta con la cual ambos se sientan cómodos y que sea congruente con su estilo familiar. A la larga, esto formará seguridad en tus hijos.
El matrimonio y la familia constituyen un medio excelente para lograr hacer, de dos vidas, una sola y conseguir una sintonía que permita mirar juntos hacia el futuro, sobre la base de un pasado y un presente compartido, para hacer verdad el principio de autoridad conjunta respecto a los hijos.
Comunicarse y dialogar es fundamental para alcanzar la verdad y resolver los problemas que puedan presentarse en la familia. De igual manera, es un instrumento para reforzar el amor.
Como pareja, deben prestar atención a los niños desde pequeños. Procuren no hacerse reproches mutuos delante de ellos, ni permitir uno lo que el otro prohíbe.
El ejemplo es el mejor educador, ya que los niños tienden a imitar las actitudes de los adultos, en especial de los que quieren o admiran. Por eso los padres educan o deseducan, fundamentalmente, con su ejemplo.
Para educar, no son suficientes el cariño y los ánimos, los niños tienen necesidad de autoridad y la buscan, ya que la ausencia de ésta podría tornar a los niños inseguros o nerviosos.
Es vital la manera en que damos una indicación, órdenes o pedimos favores a los hijos, con una actitud serena y confiando en su respuesta. De este modo se estimulará a los niños para que realicen elecciones libres y responsables, actuando con la autonomía de sentirse útiles.
En resumen, podríamos decir que la entera tarea educativa de los padres debe dirigirse a incrementar la capacidad de amar de cada hijo, mediante el ejemplo de amor mutuo, respeto y fidelidad.
Evitando así que se torne en una personita egoísta, cerrada en sí misma y menos capaz de demostrar amor o perseguir el bien de los que lo rodean.
Procurar un hogar que eduque a través del amor, el ejemplo y los principios, formará a un ser equilibrado, que en su propio ambiente familiar será partícipe de la armonía, mientras que en su ámbito escolar convivirá con naturalidad, facilitando su aprendizaje y logrando el objetivo integral de su formación.
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